martes, 2 de noviembre de 2010

CALAVERITAS

Frank Lloyd Wright el Arquitecto de aquella preciada mente
en su despacho, contento, diseñaba y diseñaba
Dijo enojada la muerte: "por tu culpa soy la muerte,
ya que yo me ahogué en la fuente que por mi sala pasaba"

Ya que @JahzeelS confundía a Katty Perry y Sonic Youth,
la calavera rockera un castigo le aplicó
Se le subió por la noche y entre torturas gritó:
"Esto es pa' que a las canciones, les pongas más atención"

La muerte dice que es muerte porque quería su velorio
donde hubiera galletitas y café del más sabroso
que la gente no llorara, mejor mostraran jolgorio
y café de @Cafeleeria... Porque como ese no hay otro.

Y es que en Hidalgo te encuentras q personas muy chistosas
No, no es que @mikaualam me recuerde este adjetivo
Aunque viendo su carita no dudo que es la llorona
pero sé que no es un muerto, es un twittero divino...

La catrina enamorada de @bulmart, el poetuitero
fui testigo de cuando ella un ipod le regaló
incluyendo los audífonos y de la huesuda, el femur
él no dudó pa' qué es bueno y sin pena los rompió

A @hbc31, un fotógrafo de espanto
con desdén y muy airada la calaca le insistió
"practiquemos el parkour, a ver si no me desarmo"
ni tardo ni perezoso, a brincar se la llevó...

@Christyan_Yusty iba silbando la del "gato volador"
lo cual molestó a la muerte y las patas le jaló.
Él se retractó enseguida y la canción mejoró
ahora "el panamericano" tararea con mucho amor.

La calavera rockera que no copia los estilos
ya saben de quién les hablo, andaba con Mario Domm
esa que es original y alborota a los negritos
lolita de las banquetas, en twitter @Belindapop

La catrina había probado de verde, mole y de dulce
además del chocolate que en el altar le dejaron
pero ya no se esperó a probar ningún platillo
las histerias de @wishiina hasta el hambre le espantaron

De los motivos de muerte que a la flaca le encontraron
fué una mirada ferviente que @Hugohugoa le propinó
pidió ayuda a sus amigas, un susto juntas planearon
pero al verle los ojitos a todas las derritió...

Mas la verdadera causa de que la muerte esté muerta
fue escuchar una canción, que de amor nos la mató
dicen que @AldoMonterrubio se la cantaba a capela
y la volvía tan debilucha, hasta que la desarmó...

Caminaba con sus planos bajo el brazo @Alexisavila
veía con detenenimiento el avance de la obra
rápidamente la muerte a decirle se acercaba:
mi querido constructor, en este mundo tú sobras...

Y podría seguir contando quién parece calavera
no obstante se, sin errar, no sería @PacoSaiso
porque él come a todas horas y no le importan las dietas
aunque esto sea su porqué de llegar pronto al panteón

A la catrina más guapa le gustaría @emiliocoro
pues la llevaría de viaje a donde hubiera mezcal
le echaría piropos diario como "mija" o "mi tesoro"
y le daría su sonrisa, para volverla a matar...

Pero pobre la catrina que tiene expuestos los huesos
porque @Erubeat de los mismos fabricaría una marimba
que para otros la acción, ocasionaría estar muerto
él haría una melodía que le savaría la vida...

Dicen que hasta pa' morirse hay que hacerlo con estilo
@PhanieRodriguez, yo creo, llevará mortaja rosa
incrustaciones suarowskys y encaje en el dobladillo
porque prefiere antes muerta, que sencilla y orgullosa.

Cuando miro que el reloj marca en puntito la una
se que durante esa hora, el cigarro mató a varios
me acuerdo de @AriadnaLeon y sus pláticas nocturnas
de cómo se acerca al hoyo por fumar como chacuaco

Llegó la hora de la cena y la ofrenda estaba lejos
la huesuda recordó que cerca vivía un buen chef
"ven pronto @laloplascencia, que quiero sopa de tuétano"
y el muy infame le dijo "chúpate un dedo del pie"

El que tiene ya apartado su lugarsito en la morgue
es ese tal @ferlatino que anda de aquí para allá
un buen día sin percatarse, lo van a aplastar al pobre
en uno de esos conciertos donde se mete al slam.

Cuentan que gran Arquitecta, la muerte soñaba ser
que amaba la profesión pero tenía un gran problema
@Yañezalbarran en vida, su profe de compo fue
y nunca le ponía dieces, lo cual la mató de pena...

La catrina muy rockera por @danzlotnik preguntó
porque ya le habían contado que tocaba bien el sax
dijo que quería escuchar todo menos reggaetón
éste le tocó una cumbia, éxito de Bandamax...

Andaba los días leyendo, libros de variados temas
en su mente no auguró lo que la muerte buscaba
un hombre culto y sencillo, estilo @Carlosasecas
“Ya te fregaste por culto” sólo eso dijo la flaca…

La calaca tan moderna, tenía cuenta en latinchat
todas las noches entraba para a alguien asustar
su nombre de usuario era: "huesitosdelmásallá"
@rufianmelancoli en cambio, entraba a socializar...

Sentadito en una tumba, @luisjuan0 repiraba agusto
pronto percibió un olor que provenía desde abajo
de donde igual provenían gritos que suponían susto
desde adentro agonizaban: "¡por piedad, ponte el zapato!"

Un buen día de todos santos llegó imperante la flaca
que se quedó de ese aspecto ya de tanto vomitar
como @Anahi la conocen, yo prefiero decir calaca
Con un grito dijo: "vengo por mi rey, @jmdelar"

@Serpintado que le llaman, de Tula el conquistador
anda de allá para acá, matando niñas de amor
a la muerte le rompió algo más que el corazón
y ésta con resentimiento le hizo la circuncisión...

Para cuando la huesuda quiso ir a ver a la sinfónica
en @Suarezlubian pensó para invitarlo a salir
y es que eligió al más bonito, era flaca, mas no tonta
dijo que con él al lado si se volvería a morir...

Haciendo alusión al nombre, le hacemos "calaverita"
a la querida huesuda que a su altar viene a comer
a @jar8 por ejemplo, le hicieron la jarochita
desde entonces, cada noche, grita con voz de mujer

Por ejemplo a @MartinGalaz de Tampico el mejor geek
la muerte le traía ganas desde que lo vió nacer
le dijo - "vente conmigo, te doy trato VIP"
- "Gracias, las prefiero grandes; no flacuchas como usted"

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Yo si lo festejo... Por el puro antojo

“Si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí” Y si no hay en qué me traigan, por eso mismo te llevo en el corazón… Disculpen intelectuales si ofendo su aversión a éstos festejos; yo si tengo algo qué celebrar.

Porque no hay recuerdo de mi niñez que no lleve consigo la imagen de un entorno con costumbres, con las cuales mi vida se ha convertido en un verdadero deleite a cada paso que doy. Muchas personas dicen que peco de nacionalista, que a veces harto con mis comentarios patriotas, yo digo que tienen razón y que a cualquier lugar donde vaya, presumiré mis ojos oscuros, mi piel morena, pero sobre todo, mi corazón tricolor…

Es que cómo no presumir  haber nacido en esta tierra, si cuando era abanderada en la escolta de mis escuelas, escuchar el himno nacional mientras llevaba en mis manos el motivo de cantarlo, hacía que de mis ojos brotara un pequeño manantial, como ese del que brota el agua que tomamos en mi pueblo.
Tengo la fortuna de haber crecido en un lugar hermoso, con un número de habitantes que juntos apenas si llenaríamos una generación de mi Universidad; eso hizo de mi infancia una etapa feliz, tranquila y llena de tradición. Cómo olvidar la primaria, que aún sigo adorando a pesar de que nunca encajé a la perfección; donde en los desfiles del 16 de Setiembre las niñas íbamos de Adelita y los niños de charro; ahí donde si no te tocaba poesía coral, te tocaba efeméride y lo mejor del mundo, el recreo, donde una insignificante jardinera se convertía en el escenario perfecto para una puesta en escena y el campo sin pasto, en un gran estadio de futbol…  La secundaria, el lugar donde mis mil usos se desataron y participaba en cuanta convocatoria artística había; ganaba desde un concurso de cartel o pintura, declamación de poesía u oratoria,  hasta representar a mi escuela en conocimientos; aquí mismo donde mis amigos pamboleros despertaron mi gusto por el futbol y mi afición por los tuzos… La preparatoria, en definitiva mi mejor etapa, donde me creía la chica rebelde que México esperaba y por intentar patinar casi me fracturo la espalda, donde supe indiscutiblemente que mi vocación no eran las nuevas tecnologías, aquí conocí a mi primer amor y a la mayoría de mis mejores amigos, entre muchas otras cosas más.

También recuerdo con afecto, las vacaciones en la casa de mis abuelos en la Sierra de Hidalgo; pasar antes a Pachuca a elegir el lazo para que llegando mi papá nos colocara un columpio en el ocote más grande, que al aire rebasaba los 15 metros de altura; el cerdo que mataban justo el día que llegábamos para que hubiera carne toda la semana,  la cecina, la leche recién ordeñada, las galletas que ayudábamos a mi abuela a preparar en el horno de atrás de la casa; como no había televisión, leñar con mi papá era una gran forma de diversión; no hay casa a la que entres sin que te ofrezcan una taza de café. La mejor fecha para ir, es en día de muertos, hay tamales de todos sabores y colores; los panteones se tiñen de amarillo zempazúchitl  y los altares en las casas ocupan hasta media habitación de distancia.

Si  no salíamos, la situación se ponía peligrosa pues llegaba toda la banda pesada: mis primos los de la ciudad, éramos una legión de Satán, andando; hacíamos de las milpas de mi abuelo, un terreno de exploración al puro estilo “a prueba de todo”; organizábamos fogatas que terminaban casi siempre en un total y humeante fracaso; cuando hacía mucho calor nos metíamos todos al bebedero de las borregas, ocasionando un caos en el rebaño; ahora somos mejor portados y nos conformamos con ir a una buena charreada y platicar en familia; si era temporada de alguna cosecha, organizábamos las mejores reuniones; la mejor fecha para ir, es en la fiesta patronal, si es que disfrutas un buen plato de enchiladas y una michelada bien fría, mientras escuchas a la banda en el kiosco del pueblo.

En verano era viaje a algún lugar de México. Me siento dichosa por tener unos papás que me inculcaron el gusto por todos los estados. Mi mamá, una persona de fe, me llevaba a la iglesia en cada lugar que visitamos y mi papá, una persona de buen apetito, me hacía probar platillos tan exóticos que a veces ni me gusta mencionar; no están para saberlo, pero yo si para contarlo: soy fan de la comida mexicana, a excepción de los escamoles, chapulines y cualquier tipo de insecto, en cualquiera de sus formas de preparación. Eso amo de mi país, que ya sea en playa o en montaña, en campo o en ciudad, no hay comida en el mundo que iguale su sabor... En navidad, era obligada la visita al DF y la foto con los reyes magos en la alameda (porque en mis tiempos todavía era en la alameda), la carta en el globo y el drama cuando pasábamos por los puestos de juguetes; las posadas, la piñata de donde odiaba arriesgar mi vida por una tonta caña, pero lo seguía haciendo a la siguiente que rompían… Las playas, de las que no me iba sin mis trencitas de colores y como éstas, miles de experiencias que obvio jamás terminaría de contar.

Otra de mis pasiones, es el arte mexicano: desde los alcatraces de Diego Rivera en una galería, hasta una reproducción con palillos que hice de una de sus pinturas en una clase de educación artística; Frida Kahlo desde Bellas Artes, hasta una playera con su imagen, que es mi favorita y ¿por qué no confesarlo? Mi delirio por los colores de Barragán; en un viaje que hice a Oaxaca, tuve la oportunidad de conocer a Francisco Toledo y creo que sentí más bonito, que cuando conocí a mi rockero favorito. Con el amor más atrabancado del mundo canto las de Pedro Infante, mi favorita al igual que era de mi abuela, la Bartola… Porque yo si creo que éste país está lleno de verdaderos artistas, genios de la creatividad.

Me dan ganas de celebrar, porque por encima de la violencia que vive el país, por encima de los problemas, desigualdades y malas actitudes; hay una gran historia. Y no, no por eso me deja de importar lo que a mi alrededor acontece, pero quejándome y repudiando al gobierno, más allá de ayudar, me aleja de una posible solución. Pienso que antes de un debate, una lista de estrategias o la aplicación de cualquier medida a futuro, está la actitud y la esperanza de mejorar un presente.

Hagamos que valgan la pena los años de lucha, celebrar una noche no nos va a quitar la oportunidad de hacer algo por México cada uno de los días que le sobran a nuestra existencia. Siempre he dicho que meto las manos al fuego por aquellas personas que valen la pena;  por esos mexicanos que se levantan tempranito para ir a un trabajo que aman; por esos mexicanos que no tiran basura en la calle; por esos mexicanos a quienes no les importa esperar 10 segundos más hasta que esté el verde en el semáforo; por los mexicanos que conocen sus límites, pero no los aceptan; por esos mexicanos que respetan, siguen y aman sus tradiciones; por esos mexicanos que ven en este país un semillero y no un patio de atrás. Así es como en verdad podemos hacer algo por la nación y no simplemente quejándonos y escribiendo textos que repudian al gobierno, para hacernos ver más inteligentes que los demás, por el simple hecho de “pensar más allá”. Vamos, no sean tan pesimistas, les aseguro que un chile en nogada y un jarrito loco, saben más rico que la bilis… ¡Viva México!

domingo, 1 de agosto de 2010

EL MISMO GUERRERO

Hay acciones que por su naturaleza, hacen que tu vida de un giro total. Muchos ya sabrán que el pasado mes de Junio, tras la invitación de una gran amiga, me fui a trabajar a Guerrero. En un principio, desconocía por completo en qué me estaba metiendo y sí, la principal razón por la que acepté el trabajo, fue por el sueldo que iba a recibir y para no aburrirme en vacaciones.


Con sólo una maleta, la esperanza de conocer más de mi país, 8 horas de camino y la compañía de dos amigas que durante un mes, se convirtieron en mi familia, llegué a un pueblito llamado Tlapa de Comonfort, donde apenas comenzaría la aventura. Y me atrevo a llamarla aventura porque después de todo, las experiencias buenas y malas se vuelven aventuras.

Obvio conocen los apoyos que ofrece el gobierno federal; ¿han escuchado hablar del programa “Oportunidades”?, pues en éste es donde estuve laborando y créanme, aunque sé que no conozco mucho del mundo, es una experiencia que marcó mi vida por completo.

Recuerdo una vez haber visto en las noticias, un reportaje sobre la pobreza en Guerrero y haberme conmovido al escuchar que cuando Javier Alatorre preguntó a una señora en qué momento de su vida se había sentido feliz, ella contestara que no sabía lo que era “felicidad”; por eso en cuanto mi jefe nos preguntó en qué zona queríamos estar, inmediatamente contestamos que en la más pobre, porque a eso íbamos, a ayudar. Los primeros dos días de trabajo nos mandó a practicar a pueblos cercanos, donde la gente peca de amabilidad, donde se me olvidó que no me gustaba comer pollo cuando en un lugar llamado Chiepetlán, una señora me ofreció la última pieza que quedaba en su olla de comida; una pata con todo y uñas, que en mi casa hubiese sido motivo de enojo al recibirla, pero ahí consideré como un regalo. Mi mamá siempre dice que las bendiciones de gente que tiene menos que tú, son las que cuentan; yo no creo mucho en bendiciones, pero sí en la humildad y aquella mujer me dio más que su última pieza de pollo; una gran lección.

En el mismo pueblo, me tocó visitar a una señora que acababa de tener a su bebé, ¡en su propia casa! Quizás para muchos esto no sea asombroso, porque antes así se traía a los hijos al mundo, sólo con la ayuda de una partera; pero esto no era lo sorprendente, sino que el doctor y enfermera, fueron sus otros dos hijos; al cuestionar éste hecho, la señora me contó que el día que iba a dar a luz, acudió a la clínica y encontró a la enfermera, pero ésta le dijo que como era Viernes, se tenía que ir a su casa. Porque en lugares como esos, no está permitido enfermarte en fin de semana si quieres recibir atención médica.

Al llegar la noche y reunirme con el resto de mis compañeros en la comisaría, me reí al notar que los barrotes de la cárcel del pueblo, eran cuadrados, esto provocó que un preso pensara que me reía con él y me regresara una sonrisita picarona. Me acerqué a preguntarle por qué estaba ahí y muy quitado de la pena contestó “nomás porque estaba haciendo del baño afuera de la iglesia”; cada minuto que pasaba hablando con don Bacilio, agradecía que siempre he sido muy metiche y el haberme acercado a él. Me pidió que le llevara de contrabando un vaso de mezcal, porque le empezaba a dar cruda, cuando me negué, dijo “nadie te va a ver, lo voy a esconder bien”; recibió un regaño de mi parte, pues le dije “¿a poco no le gustaría estar calientito junto a su mujer, en lugar de estar aquí solo?” y me contestó que tenía razón. Me contó que por encubrir a un tío que asesinó a alguien años atrás en una borrachera, lo habían acusado y encarcelado a él. Luego de una hora de charla, cuando me despedí me dijo “tu nombre me recuerda a mi esposa, porque se llama Alicia y le digo Ali”; casi solté una lagrimita al escuchar eso.


En otro pueblo llamado Tlacuiloya, donde comencé a aprender náhuatl, encontré a una de las personas que más admiré, un señor de aproximadamente 80 años que casi no escuchaba, viudo, solo, con problemas en la columna, en donde la entrevista tuvo que ser gritada; pero qué reconfortante era ver en el rostro del señor una sonrisa como si tuviera todo lo que alguien necesita para ser feliz. Que a pesar de que cuando le pregunté cuántas veces comía al día y me contestara que una, que ese día comería chilaquiles y me mostrara en su mesa cuatro tortillas que alcanzarían para dos días, lo dijera de una forma tan agradecida con la vida, como si más de tres tortillas fueran suficientes y menos de cinco, fueran la cantidad exacta. Porque en lugares como esos, no está permitido tener más de lo que necesitas.

Estaba hasta éste punto, maravillada con mi trabajo, entonces nuestro jefe pensó que estábamos listas para entrar a la sierra, como decía él “donde estaba lo bueno”, separada de mis amigas, porque me mandaron con una brigada de tres niñas desconocidas, a las 6 de la mañana del siguiente día, salimos con dirección a los pueblos más pobres del país.

¡Qué fuerte!, no tenía más palabras para describir lo que veía. La camioneta nos dejó en un lugar llamado San Miguel Amoltepec Viejo; ¿han visto ‘la ley de Herodes’? pues es una ciudad comparada con ese lugar. Cuando llegamos, me acosté afuera de la comisaría para esperar a que apareciera alguien y saltaron sobre mí un montón de pulgas, que hicieron me levantara y sacudiera, cual pirinola. Salieron tres personas; entre ellos el “líder” del pueblo, un hombre ebrio y grosero que nos hablaba en un tono como si por ser mujeres, no mereciéramos ni eso, pero desafortunadamente uno de los únicos que hablaba español, porque la lengua de ahí, era el mixteco. No había luz y nos fue imposible reunir a las familias para explicarles sobre nuestra visita; así que decidimos irnos de ahí porque era un lugar tétrico, con una vibra cargada de miradas de hombres que ni siquiera un saludo nos dirigían. Notamos que en una casa había una ‘fiesta’ y pedimos al señor que nos vendiera comida; eran aproximadamente 20 personas, de las cuales, sólo 3 eran mujeres; una de mis compañeras me dijo “aquí a las mujeres las tienen como las escopetas, cargadas y en una esquina”. Otra niña que entendía un poco mixteco, nos dijo que muchos de los hombres, se burlaban de nosotras, puesto que decían groserías y no entendíamos. Pensé que mientras no entendiera, no me afectaba, pero estaba por venir lo peor; nos sirvieron chilate, es una mezcla de agua con chile, sin condimentos y con carne de chivo. Nunca desprecio la comida y jamás había estado a punto de vomitar en una mesa, pero ese caldo estaba echado a perder; desgraciadamente me vi obligada a terminarlo. A punto de sufrir un ataque de pánico, les rogué que dejáramos ese lugar, aunque tuviéramos que caminar medio día; no exagero al decir que es la peor situación en la que he estado en toda mi vida. Porque en lugares como esos, no está permitido ser respetada, amada y mucho menos divertirte, cuando naces mujer.

Encontramos una camioneta que por $100.00 nos trasladó a San Miguel Amoltepec Nuevo, donde las cosas pintaron un poco mejor; eran ex habitantes del pueblo anterior, pero tras el derrumbe del cerro, habían decidido reconstruir sus casas más cerca de la carretera. Tampoco tuvimos mucha suerte, debido a que se descargaron nuestros dispositivos para hacer entrevistas y sólo pudimos hacer unas tres. Aunque esto no fue impedimento para que me llevara otra gran sorpresa: Cuando pregunté a un muchacho que hablaba un poco de español, si había un nuevo miembro en la familia, me dio el nombre de una joven que supuse era su novia, a lo que contestó “es la esposa de mi papá”; ignorante de sus costumbres, cuestioné su respuesta y me dijo “es la otra esposa de mi papá”. Cuando volteé incrédula a cerciorarme que lo que mis oídos escuchaban era cierto, noté que las dos esposas platicaban entre sí, al más puro estilo ‘europeo recontramodernista’. En muchos lugares, todavía se acostumbra a comprar mujeres o cambiarlas por animales; eres afortunada si tienes 12 o 13 años, después de esa edad, eres quedada y sólo puedes ser ‘segunda mujer’ y ni hablar de 18 años en adelante, porque 10 cartones de cerveza, es lo máximo que dan por ti. Porque en lugares como esos, no está permitido ser celosa con el marido; si él tiene dónde meter a cuantas esposas le plazcan, de la edad que les plazca, tú sumisa y abnegada ante esa decisión o cualquier otra.


Sólo una casa en el pueblo tenía baño y favorablemente, la dueña nos ofreció posada; me dejaron sola en un cuarto sin luz y ésta fue la primera noche que pasé llorando, extrañaba cualquier mínima comodidad y estaba en medio de esa pobreza que desespera y te hace querer hacer algo. Al amanecer, ofrecimos un trato a la señora, le daríamos dinero para que nos hiciera chilate de pollo, a cambio de que su familia también podría comer de ahí. ¡Jamás me imaginé ver caminando a mi comida segundos antes de ingerirla! Mientras se cocinaba la carne, me ofrecí a peinar a las hijas de la señora, no imagino cuándo había sido la última vez que un cepillo pasaba por su cabello, pero siempre me acordaré de la satisfacción en las caras de Alondra y Alejandra, cuando se iban a la escuela con sus trencitas. En el recreo, permiten a los niños ir a comer a casa, así que cuando llegaron las niñas, me enseñaron a preguntar cosas en mixteco.

Otra cosa que aprecié, fue que el 80% de los niños de la escuela, iban sin zapatos; estábamos como a 10 grados centígrados y ellos pisaban el lodo y las piedras con sus piecitos descalzos. Me pasaban por la mente todos esos zapatos que cuando pasan de moda, tiramos; era frustrante no poder sacar el dinero que traía en la bolsa y regalarlo, porque no teníamos permitido mostrar asombro ni emociones ante las personas, dado a que se podía malinterpretar como una ofensa.

Salimos de ahí, encontramos una camioneta donde transportan a los animales, que nos llevó hasta la cabecera municipal; citando al famoso canaca “¡me trasladaron como puerco!”. Mientras mis compañeras iban a buscar un teléfono para llamar a alguien que nos recogiera, me quedé sentada en la entrada de la presidencia de Cochoapa. Siempre he querido mucho a mi amiga Brenda, pero cuando alcé la vista y la vi bajar de la camioneta de Sedesol, corrí a abrazarla y solté en llanto; creo que era emoción por verla, o tal vez un llanto de miedo que me había aguantado. No encontramos a ninguna autoridad, pues ese día, el gobernador de Guerrero inauguraría una carretera y toda la gente volcaría su atención a su visita. Porque en lugares como esos, los gobernadores que llegan en helicóptero, valen más que los asuntos de la gente que camina sin zapatos.

Luego de que el jefe vio nuestras caras al regresar a la oficina, concluyó que lo más acertado era cambiarnos a una zona más tranquila. Un compañero me platicó que la gente no era mala, sino que sus actitudes son costumbres que se dividen por culturas; existen cuatro diferentes en el estado: Náhuatl, Mixteco, Tlapaneco y Amusgo. Ya había diferenciado la forma de ser entre las dos primeras y me faltaban por conocer dos más. Desafortunadamente, los Amusgos se encuentran en la costa sur, ya casi en Oaxaca y hasta esa zona no llegamos.


Vino Lomazóyatl, lugar de mixtecos, pero de mente más abierta debido a la cercanía con carretera. La traductora que me ayudó, tenía la misma edad que yo y sin embargo ya tenía hijos. Ésta parte me emociona contarla y es que mientras entrevistaba a una ancianita, la fecha en su acta de nacimiento hizo bailar a mi corazón: ¡Noviembre de 1910! Claro que la felicité y me auto invité al festejo bicentenario. Porque a pesar de tener cien años a cuestas, la señora de lo más coqueta, combinada en su vestido y siempre sonriendo.

Era el turno de pueblos náhuatl; aquí conocí a una señora que además de regalarme un plato de exquisitos quelites, me enseñó a pronunciar bien el náhuatl y a diferenciarlo de los otros dialectos. También me contó que dejó la escuela en cuarto grado de primaria, para casarse; le pregunté si quería hacerlo o había sido arreglo y me dijo “yo si me quise casar, a la que vendieron fue a mi prima”. En un pueblo más adelante, encontramos a unos niños jugando con una bicicleta fabricada por ellos mismos. Y como ésta, muchas historias más.

Los siguientes pueblos que visitamos, fueron Tlapanecos. Las personas no son tan amables como los náhuatls, ni tan cerrados como los mixtecos; más bien son reservados. No logro precisar los nombres de todos los pueblos, pero me parece que el municipio se llamaba Atlixtac, llegamos a un lugar donde el rio dividía a las familias, que no se querían por cuestiones de tierras, así que era San Pedro Norte y San Pedro Sur. La única vía de acceso al siguiente poblado, era una carretera que parecía estar hecha de chocolate; la camioneta patinaba y al lado de nosotros el barranco que para Omar, nuestro chofer, no era gran cosa, por lo que nos obligó a subir piedras y saltar en la caja de la camioneta mientras a toda velocidad aceleraba para subir la colina. En un volanteo se agitó tanto que casi caemos y después de tantas peripecias, pudimos llegar hasta un punto cercano y así caminar poco para encontrar al comisario. Lo relevante aquí fue la noche que pasamos en la comisaría; cenando sopa instantánea y refresco, tendiendo las cobijas que las señoras nos prestaron, para no sentir tan frio el suelo y sorprendiéndonos de nuestro ahora amigo Omar, que sin chistar, ¡se bañó afuera, sobre el pasto, con agua helada! Luego resultó que él era el sorprendido, pues dijo que jamás había conocido a mujeres tan sucias como nosotras, que llevábamos días sin bañarnos y no pensábamos hacerlo; pero como decía mi abuelo “de mugre no me he de morir, de frio sí”. Terminamos satisfactoriamente la visita al lugar, obvio llevándome como conocimiento algunas frases en tlapaneco y la carita de Antonio, un niño con quien hice un buen trueque: yo le di mis galletas y él me dio una excepcional sonrisa chimuela.

Para terminar, visitamos pueblos donde hablaban español y en uno de ellos, la esposa del comisario nos platicó que la escuela estaba cerrada porque habían acusado al maestro que no daba clases y así, sin más, dejó de presentarse a trabajar; sin entregar papeles a los niños, por ende, los que querían seguir estudiando en la Secundaria, se iban a tener que esperar un año más, claro, si no antes decidían irse de mojados o casarse. Porque en lugares como esos, la educación no es un derecho, es un lujo que no cualquiera puede darse por demasiado tiempo.


Y de ésta forma terminó mi intrépido trabajo de verano.

Por supuesto me faltan demasiados nombres, pero me es imposible memorizar todo. Cada una de las tres amigas que hicimos el viaje, aprendimos algo; Monse no se comía la orilla de la tortilla y ahora no deja ni un solo trozo de ésta; Brenda aprendió a no sentir tanto asco por las cucarachas y a no gritar tan fuerte cuando se baña con agua fría; yo aprendí algo más allá de lo que se puede ver. Era una persona que no creía ni pizca de lo que dice el gobierno, que obviamente me conmovía ante la pobreza, pero jamás había tenido la convicción tan grande de hacer algo. Si de algo me pude dar cuenta, es que los programas de ayuda social están, son bastante buenos; pero estoy irrefutablemente convencida de que nosotros como beneficiarios hacemos mal manejo de ellos, porque recibimos un apoyo y lo tomamos como un pilar. Dicen que “Cualquier sistema que quita la responsabilidad de la gente, la deshumaniza”, yo pienso que no es así; creo que si tienes un incentivo, es para mejorar tus condiciones y no para conformarte. Analizando sólo “Oportunidades”, el 40% de las personas que lo reciben, no lo necesita, pues es gastado en ropa, electrodomésticos, o lo que es peor, cerveza; eso es causa de que se usen recursos que bien podrían ser utilizados en otros ámbitos. Pero está también la otra parte que si necesita, las familias que sobreviven con $100.00 al mes, los niños que andan desnudos porque no tienen para comprar ropa, las señoras que de alguna extraña manera, hacen rendir lo poquito que reciben y mandan a sus hijos a la escuela, tienen una casa limpia, porque saben que la pobreza no tiene nada que ver con el descuido; creo que por ellas, valen la pena éste tipo de programas.

El haber vivido de cerca el México real; reconocer los contrastes como estar a tan sólo 5 horas de un lugar turístico donde se mueve tanto dinero; convivir con personas que te enseñan que lo que es tan cotidiano para ti, para ellos es un acontecimiento, como ir a la ciudad, ver la televisión, comer carne, ir a la escuela, estrenar zapatos… O simplemente amar; ¡no tiene comparación!

Y si bien mi viaje no cambia nada en el curso del mundo, por lo menos si en el curso de mi vida; porque lo mejor que puedes hacer por los demás, es respetando; a tu familia, el espacio donde vives, donde trabajas, al amigo que siempre está ahí, las ideas de los demás, pero sobretodo a ti mismo. Porque respetar implica no robarle al que no tiene, ni al que tiene; implica que te apasione lo que haces; implica soñar aunque se vea imposible; implica simplemente disfrutar cada instante, porque hasta que te encuentras en situaciones tan significantes, aprendes a valorar y amar las cosas más insignificantes.