miércoles, 1 de septiembre de 2010

Yo si lo festejo... Por el puro antojo

“Si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí” Y si no hay en qué me traigan, por eso mismo te llevo en el corazón… Disculpen intelectuales si ofendo su aversión a éstos festejos; yo si tengo algo qué celebrar.

Porque no hay recuerdo de mi niñez que no lleve consigo la imagen de un entorno con costumbres, con las cuales mi vida se ha convertido en un verdadero deleite a cada paso que doy. Muchas personas dicen que peco de nacionalista, que a veces harto con mis comentarios patriotas, yo digo que tienen razón y que a cualquier lugar donde vaya, presumiré mis ojos oscuros, mi piel morena, pero sobre todo, mi corazón tricolor…

Es que cómo no presumir  haber nacido en esta tierra, si cuando era abanderada en la escolta de mis escuelas, escuchar el himno nacional mientras llevaba en mis manos el motivo de cantarlo, hacía que de mis ojos brotara un pequeño manantial, como ese del que brota el agua que tomamos en mi pueblo.
Tengo la fortuna de haber crecido en un lugar hermoso, con un número de habitantes que juntos apenas si llenaríamos una generación de mi Universidad; eso hizo de mi infancia una etapa feliz, tranquila y llena de tradición. Cómo olvidar la primaria, que aún sigo adorando a pesar de que nunca encajé a la perfección; donde en los desfiles del 16 de Setiembre las niñas íbamos de Adelita y los niños de charro; ahí donde si no te tocaba poesía coral, te tocaba efeméride y lo mejor del mundo, el recreo, donde una insignificante jardinera se convertía en el escenario perfecto para una puesta en escena y el campo sin pasto, en un gran estadio de futbol…  La secundaria, el lugar donde mis mil usos se desataron y participaba en cuanta convocatoria artística había; ganaba desde un concurso de cartel o pintura, declamación de poesía u oratoria,  hasta representar a mi escuela en conocimientos; aquí mismo donde mis amigos pamboleros despertaron mi gusto por el futbol y mi afición por los tuzos… La preparatoria, en definitiva mi mejor etapa, donde me creía la chica rebelde que México esperaba y por intentar patinar casi me fracturo la espalda, donde supe indiscutiblemente que mi vocación no eran las nuevas tecnologías, aquí conocí a mi primer amor y a la mayoría de mis mejores amigos, entre muchas otras cosas más.

También recuerdo con afecto, las vacaciones en la casa de mis abuelos en la Sierra de Hidalgo; pasar antes a Pachuca a elegir el lazo para que llegando mi papá nos colocara un columpio en el ocote más grande, que al aire rebasaba los 15 metros de altura; el cerdo que mataban justo el día que llegábamos para que hubiera carne toda la semana,  la cecina, la leche recién ordeñada, las galletas que ayudábamos a mi abuela a preparar en el horno de atrás de la casa; como no había televisión, leñar con mi papá era una gran forma de diversión; no hay casa a la que entres sin que te ofrezcan una taza de café. La mejor fecha para ir, es en día de muertos, hay tamales de todos sabores y colores; los panteones se tiñen de amarillo zempazúchitl  y los altares en las casas ocupan hasta media habitación de distancia.

Si  no salíamos, la situación se ponía peligrosa pues llegaba toda la banda pesada: mis primos los de la ciudad, éramos una legión de Satán, andando; hacíamos de las milpas de mi abuelo, un terreno de exploración al puro estilo “a prueba de todo”; organizábamos fogatas que terminaban casi siempre en un total y humeante fracaso; cuando hacía mucho calor nos metíamos todos al bebedero de las borregas, ocasionando un caos en el rebaño; ahora somos mejor portados y nos conformamos con ir a una buena charreada y platicar en familia; si era temporada de alguna cosecha, organizábamos las mejores reuniones; la mejor fecha para ir, es en la fiesta patronal, si es que disfrutas un buen plato de enchiladas y una michelada bien fría, mientras escuchas a la banda en el kiosco del pueblo.

En verano era viaje a algún lugar de México. Me siento dichosa por tener unos papás que me inculcaron el gusto por todos los estados. Mi mamá, una persona de fe, me llevaba a la iglesia en cada lugar que visitamos y mi papá, una persona de buen apetito, me hacía probar platillos tan exóticos que a veces ni me gusta mencionar; no están para saberlo, pero yo si para contarlo: soy fan de la comida mexicana, a excepción de los escamoles, chapulines y cualquier tipo de insecto, en cualquiera de sus formas de preparación. Eso amo de mi país, que ya sea en playa o en montaña, en campo o en ciudad, no hay comida en el mundo que iguale su sabor... En navidad, era obligada la visita al DF y la foto con los reyes magos en la alameda (porque en mis tiempos todavía era en la alameda), la carta en el globo y el drama cuando pasábamos por los puestos de juguetes; las posadas, la piñata de donde odiaba arriesgar mi vida por una tonta caña, pero lo seguía haciendo a la siguiente que rompían… Las playas, de las que no me iba sin mis trencitas de colores y como éstas, miles de experiencias que obvio jamás terminaría de contar.

Otra de mis pasiones, es el arte mexicano: desde los alcatraces de Diego Rivera en una galería, hasta una reproducción con palillos que hice de una de sus pinturas en una clase de educación artística; Frida Kahlo desde Bellas Artes, hasta una playera con su imagen, que es mi favorita y ¿por qué no confesarlo? Mi delirio por los colores de Barragán; en un viaje que hice a Oaxaca, tuve la oportunidad de conocer a Francisco Toledo y creo que sentí más bonito, que cuando conocí a mi rockero favorito. Con el amor más atrabancado del mundo canto las de Pedro Infante, mi favorita al igual que era de mi abuela, la Bartola… Porque yo si creo que éste país está lleno de verdaderos artistas, genios de la creatividad.

Me dan ganas de celebrar, porque por encima de la violencia que vive el país, por encima de los problemas, desigualdades y malas actitudes; hay una gran historia. Y no, no por eso me deja de importar lo que a mi alrededor acontece, pero quejándome y repudiando al gobierno, más allá de ayudar, me aleja de una posible solución. Pienso que antes de un debate, una lista de estrategias o la aplicación de cualquier medida a futuro, está la actitud y la esperanza de mejorar un presente.

Hagamos que valgan la pena los años de lucha, celebrar una noche no nos va a quitar la oportunidad de hacer algo por México cada uno de los días que le sobran a nuestra existencia. Siempre he dicho que meto las manos al fuego por aquellas personas que valen la pena;  por esos mexicanos que se levantan tempranito para ir a un trabajo que aman; por esos mexicanos que no tiran basura en la calle; por esos mexicanos a quienes no les importa esperar 10 segundos más hasta que esté el verde en el semáforo; por los mexicanos que conocen sus límites, pero no los aceptan; por esos mexicanos que respetan, siguen y aman sus tradiciones; por esos mexicanos que ven en este país un semillero y no un patio de atrás. Así es como en verdad podemos hacer algo por la nación y no simplemente quejándonos y escribiendo textos que repudian al gobierno, para hacernos ver más inteligentes que los demás, por el simple hecho de “pensar más allá”. Vamos, no sean tan pesimistas, les aseguro que un chile en nogada y un jarrito loco, saben más rico que la bilis… ¡Viva México!

2 comentarios:

  1. Clebraras una vida a la cual no cualquiera tiene oportunidad.

    Celebraras una historia la cual no tiene ningun efecto en el presente y seguira dominando en el fururo.

    Celebraras que a 200 años aun el clero decide en las propuestas politicas, la educacion no es laica, gratuita y mucho menos obligatoria.

    Celebraras el dominio del crimen organizado en el pais...

    Celebraras gritando con tu gobernante gastando dinero de los impuestos del pueblo....

    Nada va a cambar hasta que despues de 200 años esta lucha se repita, para combatir todos los males en nuestra nacion.

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  2. Wooooooooow como no había visto esta entrada!!! *Mi madre igual, cuando he viajado con ella es deber llegar y conocer las iglesias (preciosas en cada lugar) y desde ahí gracias a mi papá también aprendí a comer y probar en cada ciudad.
    Me encantó tu entrada, en verdad ojalá todos tuvieran (y digo tuvieran porque creo que yo si tengo amor por mi país) tanto amor por su propio país, no solo México sino el suyo propio.
    Felicidades por este post!! Muy muy bueno. Como quisiera estar en mi país en este gran festejo ahora, pero tengo que compartir en el que vivo ahora algo de lo que tengo por allá.

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