lunes, 21 de noviembre de 2011

A-eme-o-ere-ce-i-te-o.

Según Pitágoras, cuando cumples 21 inicia otra fase y tu rol social cambia de aprender a producir. Acabo de cumplir 21 años y sigo sin entender absolutamente nada de lo que he “aprendido” en la vida.

Hacía mucho no hablaba de amor, porque hacía mucho no me enamoraba. Eso sí, he salido con muchos chavos (culpo a mi abuela y sus libertinos consejos), he perdido la cabeza y hecho locuras, como manejar a las 4:00am para llegar a las 9:00 al bajío, estar una hora y regresarme para llegar a las 3:00pm de vuelta en el DF; como hacer un bazar para tener dinero y visitar a alguien, puesto que mis papás no sabían que andaba con esa persona; y la más penosa, vivir con alguien a los 17 años y pensar en casarme (perdonen, en mis estándares eso es considerado locura).

¿Pero qué hay de nuestros sueños rosas cuando todo termina? Nos arrepentimos por haber dado tanto, quisiéramos jamás haber sido parte del show, quisiéramos maldecir al desgraciado que trajo las novelas románticas al mundo, al desgraciado de Jack  que da la vida por Rose una y otra vez cada que repiten Titanic, al ruin y despiadado Walt Disney que nos mostró un universo inexistente.

Entonces viene una serie de comportamientos que como por pauta (o masoquismo, como prefieran llamarle) se siguen. Que si le dedicamos indirectas en los estados de Facebook, que si “por accidente” le mandamos un mensaje que era para “otra persona”, que si nos hacemos amigas de sus amigos/as (sí, aunque nos caguen) para que el vínculo no se pierda del todo…



Voy a clasificar las etapas por canciones: a esta la llamaría etapa de “Leave a little light on, leave a little love on… Take my heart, it’s yours anyway.” Es mínimo un mes de duelo, donde ninguna opinión importa, tú estás bien y los demás no saben nada; todo te fastidia, todo se empeña en restregarte que estás sola. Si era músico no prendes el radio porque estará presente; si era futbolista no pasas por las canchas porque estará presente; si era de tu escuela o trabajo, ni modo, estará presente.



Luego viene la etapa “Y después de reconstruirme,  ya no habrá otro día triste sin ti…” Han pasado de uno a tres meses (es tanto el rango porque a algunas les cuesta más que a otras), sigues pensando en él, pero no con cariño, es el momento de tomar las fuerzas necesarias para no recaer; no va a cambiar, nadie cambia; creemos que cambian pero en realidad es algo científico, el enamoramiento dura 2 años, después de ese tiempo comenzamos a encontrar los defectos (si recaíste en la primera etapa, ni sigas leyendo). Que sepa lo que perdió. Y si te perdió por cabrón, ¡qué mejor! Un patán siempre se va a ir con lo que merece, una zorra. Es la mejor etapa, puesto que puedes agarrar la peda sola en tu casa con una botella de mezcal y hablarle chillando a tus amigos con toda la justificación del mundo, chillar, chillar, seguir chillando, quedarte dormida en un sillón, amanecer con una cruda terrible, un dolor de garganta terrible (porque obvio no te acordaste de cobijarte), un aliento terrible y ahí caer en cuenta, cuando intentes levantarte, que hay cosas peores en esta vida que tener el corazón roto.



Luego de ese tiempo, ¿qué creen? La mejor etapa de todas. A esta la llamaré  “Que seas muy feliz, mucho muy feliz, pero muy feliz… ¡Pa’ que no regreses!” Lo has superado, no te importa con quien está, de hecho hasta quieres que sea feliz, bromeas con lo que viviste a su lado, sabes que la vida se encargará de hacerle pagar por cualquier daño que te causó y que eso no te corresponde; disfrutaste cuanto pudiste; se disfrutaron cuanto pudieron. Generalmente en esta etapa estás abierta a todas las posibilidades y como por arte de magia empiezan a llegar prospectos que antes habías despreciado pero ahora “mmm, delicious”.


 Cambias tu playlist, guardas las canciones tristes, no las borras, las vas a volver a necesitar; ahora escuchas cosas como “Vainilla Twilight”, “Nothing else matters”, “Compartir”, "A-eme-o-ere-ce-i-te-o" y te parece irrelevante si el mundo te juzga por eso. 



 ¿Al final de todo, vale la pena? ¡Claro que vale la pena! Si queremos canciones tienen que existir musas, si queremos locuras tiene que haber alguien que abra la puerta, si queremos escribir blogs tiene que existir esa persona que nos inspire a hablar tranquilamente de nuestro pasado como un recuerdo, solo eso, un lindo recuerdo, no mejor que nuestro presente.



Vas a encontrar a alguien, tal vez no más guapo, pero lo vas a querer mucho; cumplirás fantasías que ni siquiera sabías que tenías. Te van a romper el corazón de nuevo y así mil veces... De eso se trata este juego.  Encuentra tu camino; “no veas el marcador, disfruta el partido”.


Confíen en mí, cachorros del rock, por tercera vez en mi vida desde aquel novio con quien duré 5 años y aquel músico que no fue mi novio pero me escribía canciones, vuelvo a estar insensata e incontrolablemente enamorada. Inténtenlo, que nada les cuesta.







*Algunos datos fueron obtenidos de revistas como Cosmopólitan, Seventeen, o peor aún, experiencias personales. No le hagan mucho caso a este post; si quieren un buen consejero, páguenle a un psicólogo $500 la hora.

1 comentario: